domingo, 15 de febrero de 2015

TEMA 2: Formación de los conceptos espaciales. La geografía y su didáctica I

Este tema nos da una definición mas profunda y concreta del término "Geografía", los principios generales a tener en cuenta a la hora de estudiar ésta y demás aspectos importantes relacionados.

La geografía es el estudio de la Tierra, sus características, los fenómenos que la forman y la transforman, y la relación que existe entre los efectos de los fenómenos naturales y los de los fenómenos humanos.

Mediante el principio de distribución, extensión o localización se hace una clara diferenciación y ubicación de las regiones de la tierra en las que se producen fenómenos geográficos. Para poner en práctica este principio se deben interrelacionar la latitud, longitud, altitud y los límites.

Estudiamos la geografía mediante mapas, en los cuales se representa la Tierra divida en meridianos y paralelos. Los primeros dividen nuestro planeta de arriba a abajo con líneas perpendiculares dividas entre sí. El meridiano principal es el de Greenwich, que se encuentra en el centro de la Tierra. Los paralelos la dividen con líneas horizontales, y el principal es el Ecuador.

Para localizar puntos concretos en un mapa y extrapolarlos a la realidad, se utilizan coordenadas de localización basadas en la latitud y la longitud. Al extrapolar la realidad en un mapa, se necesitan escalas númerica o gráficas que miden proporcionalmente la superficie de la Tierra.

Los movimientos de la Tierra son rotación y traslación. La rotación es el movimiento de la Tierra sobre su propio eje, y es la que provoca que existan el día y la noche; mientras que, la traslación es el movimiento de ésta alrededor del Sol, y ésta tiene como consecuencia el paso de las estaciones y de cada año.

En Educación Infantil, se estudiarían a fondo las estaciones del año mediante la identificación de las características de cada una y sus repercusiones para el medio. 

Otro principio importante de la geografía es el de causalidad, el cual estudia las causas que anteceden a los fenómenos geográficos que modifican nuestro medio. Existen causas exógenas y endógenas. El principio de relación-conexión establece las relaciones que existen entre las transformaciones en el medio físico y las que se producen en el entorno social. Mediante el principio de evolución se establecen las transformaciones que se han producido a lo largo de la historia y que han modificado nuestro entorno, ya sea por causas naturales o por intervención humana. Uno de los principios que se deben tratar con mayor exactitud en geografía es el de globalidad territorial, que estudia los hechos que implican o complican los fenómenos geográficos.

Una de las ramas de la geografía es la física. Dentro de ella se encuentra la geomorfología, que estudia las formas de la superficie terrestre, las causas que han producido nuestro relieve y sus consecuencias; la climatología, la cual estudia qué climas y las causas que se dan en cada región de nuestro planeta; la biogeografía, que estudia los seres vivos que se encuentran en nuestro planeta y su distribución; y, la hidrografía, que estudia los recursos hídricos continentales.

En la rama de geografía general humana, estudiamos aspectos como la población y sus distintas vertientes. En la geodemografía se analizan a las personas dependiendo de acuerdo con la localización de su residencia. Además, también podemos encontrar la rama de geografía agraria, económica, urbana y política. Todas estas, en conjunto, analizan todos los aspectos relevantes para las ciencias sociales respecto al ser humano y su actividad. A través de la rama de geografía regional, se estudia la localización dividida de la Tierra, su diferenciación espacial.

Para realizar un aprendizaje adecuado de la geografía, se deben combinar distintas metodologías de enseñanza para las distintas ramas de ésta, es decir, se debe enfocar la geografía y todas sus partes desde los mejores enfoques de las tendencias históricas. 

miércoles, 11 de febrero de 2015

NUESTRO PATRIMONIO

MONASTERIO DE SAN JUAN DE LOS REYES

El monasterio de San Juan de los Reyes es el primer monumento de Toledo que no adopta ninguna señal aparente del arte árabe o mudéjar, su estilo pertenece a la gran corriente occidental que invadió Castilla a mediados del siglo XV. El cruce del arte gótico-flamenco con la tradición islámica y medieval en España hace de San Juan de los Reyes un monumento muy peculiar y único, haciendo de él la obra más representativa que podemos encontrar de un arte nuevo y original. A este arte se le dio el nombre de hispano-flamenco, conocido también por arte isabelino.

Historia de su construcción

Las corrientes política y religiosa de la época fueron las que sirvieron de matiz para la fundación de este monumento tan singular. Fue Isabel de Castilla quien mandó construir dicho capitolio, conmemorando la victoria obtenida el 1 de marzo de 1476 en los campos de Toro (Zamora), al derrotar los ejércitos de Fernando de Aragón al bando contrario, que favorecía a los seguidores de Juana la Beltraneja, presunta hija de Enrique IV, apoyada por las pretensiones al trono castellano de Alfonso V, rey de Portugal. Fue esta victoria la que abrió a Isabel las puertas de su glorioso reinado y así, quiso dejar memoria histórica en Toledo, a la vez que servía como lugar sagrado donde sepultar sus restos mortales y los de su esposo, y así se condicionó el motivo de su edificación.
Resuelta la guerra de sucesión al trono de Castilla, el motivo de la edificación se convirtió entonces en la dedicación a la memoria de San Francisco de Asís y en residencia de sus hijos en Toledo.
La construcción del monasterio comenzó en el año 1477, figurando como arquitecto principal Juan Guas (1433-1496). En 1484 es nombrado aparejador de las obras de la catedral toledana, simultaneando su actividad entre Segovia y el propio San Juan de los Reyes. Simón de Colonia (1450-1511), tras la muerte de Juan Guas,  dio los últimos trazos para la terminación de San Juan de los Reyes. Entre los decoradores y escultores principales destacamos Antón y Enrique, hijos de Egas Cueman. La obra se realizó en varias etapas:

-   -  Iglesia-cimborrio, en 1486.
-   - Decoración del crucero, en 1490.
-   - Edificación del Claustro bajo, en 1495.
-   - Edificación definitiva del monasterio, concluyendo hacia el 1525.

Por efectos de la guerra de la Independencia (1808) y de la posterior desamortización y exclaustración (1836), tanto el monasterio como la iglesia y claustros se vieron lastimosamente dañados, llevando a éste a un aspecto ruinoso, por lo que en 1883 se inició la obra de restauración a cargo del arquitecto Arturo Melida. La Academia de Bellas Artes y, tras la Guerra Civil, la Dirección General de Regiones Devastadas, consiguieron su terminación, siendo su último impulsor Moreno Torres. Se entregó el monumento a la Orden Franciscana en 1954 y la iglesia se abrió al culto en 1967.

Fachada del monasterio

La portada principal, que hoy se ve en dirección poniente, fue abierta con posterioridad y labrada según diseño de Covarrubias, pero se realizó muchos años más tarde (1606-10), una vez perdido el gusto por el estilo gótico, por lo que muchos autores la llaman, humorísticamente, "semigótica y semirenacentista", es decir, ni un estilo ni el otro en su totalidad. En ella se puede observar gran variedad de esculturas de santos franciscanos que rondan la imagen de San Juan Evangelista, dentro de un arco apuntado con una escotadura en la clave, de modo que ésta tiene un vértice hacia arriba. Los yugos y flechas del frontón delantero, que representaban el escudo de los Reyes Católicos, son coronados con un escudo y una cruz. Dos soldados vestidos con cota y manto romanos vigilan la entrada desde la altura de unos contra-fuertes; éste era un diseño renacentista fuera de lugar.
Las cadenas que se encuentran colgando de la fachada, que en su día eran más numerosas de lo que lo son ahora, eran motivo de extrañeza para todo visitante de este monasterio. Son restos y reliquias de esposas de los cautivos cristianos rescatados de las batallas de Málaga y Almería (1485-86) y que ellos mismos trasladaron hasta Toledo como exvotos de perenne agradecimiento a Dios y a su Reina.

Nave principal

Acorde con el estilo gótico de la época, la planta de la iglesia es de cruz latina, con brazos poco salientes. La nave central mide 55 metros de longitud, 12 de anchura, 20 la nave del crucero, más 30 de altitud. Está dividida en cuatro cuerpos con sus correspondientes bóvedas de crucería, con sendas capillas abriéndose entre los pilares a uno y otro lado, poco entrantes, en un intento decorativo y funcional.
Los pilares están cubiertos por esculturas de tamaño natural, sostenidas por ménsulas y cubiertas por doseles afiligranados, personificando a santos o personajes bíblicos de cuya identificación resulta difícil de aclarar. Las palmas góticas de las bóvedas se cruzan transversalmente, lo que nos indica una clara influencia alemana. Muchos apliques y florones rematan las juntas de los nervios, con un escudo central y numerosos signos de yugos y flechas, y las iniciales de los propios Reyes coronadas, simulando así un cielo estrellado.

Otras partes del monasterio

La formación completa de este monumento se constituye por una capilla mayor, en la que se encuentran pinturas alusivas a la historia de la religión, como la invención de la Cruz por Santa Elena; a los pasos de la pasión, Caída y Descendimiento, encontrando para Santa Elena las tres cruces del Gólgota; a la derecha, la de la milagrosa resurrección de un muerto al contacto de la verdadera cruz de Cristo. En las calles laterales van pinturas que representan la flagelación, el "Ecce Homo", la Resurrección y la Bajada al Limbo. En su parte inferior, santos Doctores al centro, y Profetas del Antiguo Testamento en sus ángulos. En la calle central, de arriba a abajo, un Calvario con María y Juan evangelista; una talla de San Juan, que sustituye a un conjunto con Santa Elena y la Cruz, acompañada por San Pedro y el Cardenal; un relieve con la Virgen y el Niño; en lugar del original sagrario, desaparecido, un precioso retablito plateresco con la imagen de San Francisco de Asís, de la escuela de José de Mora. En las entrecalles, un apostolado pintado al óleo, con profusión de cruces de Jerusalén, armas del Cardenal, signos de la Pasión y medallones decorativos.
También encontramos un púlpito y diversas tribunas, las cuales son lo más llamativo de la decoración, en las que resaltan muchas veces y de manera potente las iniciales de los Reyes entre emblemas de yugos y flechas.
Hay cuatro capillas en cada lado (ocho en total) que se abren al centro de la iglesia. Las más significativas son la capilla de San Ildefonso, de la Inmaculado Concepción, la capilla del Cristo de la buena Muerte, y la de Don Pedro de Ayala.
Finalmente, un coro, una sacristía, un patio y un claustro son las distintas partes que terminan de conformar este maravilloso monumento del que la ciudad de Toledo se siente orgullosa de poder contemplar al pasear por sus calles.





BIBLIOGRAFÍA:

Página web oficial del Monasterio de San Juan de los Reyes: